¿De dónde sacar materia prima?
Crear historias es un proceso que tiene múltiples fuentes, pero quizás, a la que más nombran todos es a la inspiración. Esa que parece esquiva y que rara vez se comporta de manera disciplinada y que casi nunca, aparece en escena cuando más la necesitamos.
Ahora bien, en términos de cómo se articula la comunicación hoy en día con fines de marketing, las fuentes para crear parecen estar más claras y a la mano.
Las marcas, los productos y las organizaciones suelen usar para la generación de Branded Content los valores de la marca, la visión o la misión de la compañía. Además dela experiencia de usuario que prentende el producto.
A pesar de estos inputs, de estas fuentes de materia prima, muchas veces nos cuesta trabajo articular las historias. Sentimos que no se nos ocurre nada y lo que viene a nuestrra imaginación, parece no terminar de convencernos.
Sin duda alguna, no hay mayor fuente de material para crear historias que la realidad que nos rodea y cuando digo la realidad, no sólo me refiero al entorno fisico, sino tambien a todo aquello que conocemos y que está dentro de nosotros.
A lo largo de nuestra vida hemos ido acumulando conocmineto, experiencias, emociones y sensaciones que son sin duda una fuente importante a la hora de crear.
¿Cómo convertir el entorno en una historia?
Hay una herramienta que es muy útil para ejercitarse y comenzar a ver en los entornos y contextos que hacen parte de nuestra cotidianidad, un espacio de entrenamiento para la generación de historias.
Se trata de forzarnos a ver lo que nos rodea desde otra mirada, rompiendo lo que contextualmente siginifa y buscando darle un nuevo signifocado y una nueva interpretación.
La herramienta consiste en jugar conlas palabras buscando darle un sentido dentro de un contexto que conocemos que interpretación tendría. Ya sea porque la descontextualizamos al descomponerla o porque la palabra tiene varios usos con diferentes connotaciones o porque, simplemente, nos apoyamos en que fonéticamente es igual a otra que tiene un significado distinto.
Para ponerlo más claro pensemos en una la primera técnica que es descomponer las palabras, para ello usemos la palabra Consciencia, al descomponerla podemos obtener con ciencia. La idea es entrenarse para identificar esas oportunidades y utilizarlas de la manera que el entorno o los interlocutores no lo esperan, así generamos descontextualización, que no es más que un giro drmático.
Este simple ejercicio nos obliga a ver las situaciones desde otro ángulo e introducirlo en los contextos con plena intención nos muestra los distintos tipos de reacción que puede generar.
Aunque no tenemos la intención de estar creanco una historia, si estamos ejercitándonos para entender cómo funcionan y cómo se articulan.
Pra ponerlo en unos términos muy sucintos, una historia se trta de tomar algo conocido y ponerlo a enfrentar algo desconocido. La manera como lo conocido afronta lo desconocido se llama dramatúrgia y es lo que a los seres humanos nos genera tanta curiosidad. Es la razón por la que consumimos vorázmente historias.
¿Qué es lo conocido y lo desconocido?
Generalmente para artícular una historia lo cocnocido para el creador debe ser los personajes. A ellos, los debe conocer a cabalidad, debe saber quiénes son, por son de esa manera, qué influye en ellos y cómo reacción.
De otra parte, lo desconocido suele ser la situación en la que el creador pone al personaje conocido, es el entorno con el que decide enfrentarlo. Ahora bien, cuando decimos que desconocido el contexto o la situación, se trata de un desconocimiento del personaje ante ese contexto, no del autor.
Todos tenemos conocimientos de lo que podemos ser como personas, en mayor o menor medida, tenemos una autopercepción de quienes somos y ahí radica la riqueza de que podamos imaginarnos a ese primer personaje que está al alcance de nuestra mano y enfrentarlo a situaciones que no le son familiares, que no le gustan y que por lo general, terminan eludiendo.
Así que una manera interesante de entrenarse es exponerse a situaciones a las que no le gusta exponerse y darse cuenta de las reacciones que usted mismo tiene, sin duda y si está consciente y atento, verá cómo está construyendo historias.
Puede que lo quiera hacer de manera real o quizás tenga la capacidad de imaginar cómo sería si tuviera la experiencia.
Otra manera de articular lo conocido y lo desconocido para la creacion de historias, es a partir de lo que conocemos, de la información que hemos ido recopilando en nuestras.
A continuación les dejo un ejemplo de cómo tomé un personaje muy conocido por todos y lo puse en un situación desconocida. La forma como este personaje se comporta en esa situación, es decir el resultado se llama HISTORIA.
Aquí les comparto la pardoja del lobo. Espero la disfruten.
La pardoja del lobo
Cuando eres el malo, pero sin ti no hay cuento
El lobo cansado de leer cuanto cuento se había cruzado en la biblioteca, no podía creer que su reputación estuviese tan maltratada.
Si bien era consciente de que no era el animal más querido y carismático, no entendía qué había hecho para que lo hubieran convertido en el malo de los cuentos.
No se podía explicar porque nadie había escrito una sola, corta y simple historia en la que no fuera tan malo, en la que al menos, le dieran la oportunidad de contar alguna de sus cualidades y que al menos, por un pequeño y fortuito párrafo, le regalase un pedazo de buen nombre.
Sin querer caer en una conclusión impulsiva, rebuscó en todos los libros de cuentos que encontró, pero en todas sus apariciones no dejaba de ser el mismo personaje.
Con una mezcla de dolor e indignación, se descubrió con los ojos encharcados y los puños apretados, con una rabia enorme, lo único que pudo hacer fue lanzar un aullido sordo y silencioso en plena noche de luna llena.
Tenía el alma herida y sabía que el peso del estereotipo en el que lo habían encasillado, era una condena perpetua de la que difícilmente podría escapar.
Cómo gritarle al mundo que la abuelita de Caperucita hubiera muerta sola si él no llega antes que su tierna nietecita. Fue su presencia la que alertó al leñador para que finalmente tuviera atención.
¡Fue su presencia la que le salvó la vida!
O, cómo quitarle la venda a los lectores para que vieran todo lo que se esforzó por demostrarle a los cerditos que la pereza era la peor de las elecciones.
Sabía que los temporales y los vientos furibundos del otoño se acercaban con fuerza. Insistir en permanecer en esas viviendas de paja y madera, sólo les garantizaría que sucumbirían ante la rudeza del clima.
Cómo haría para que le reconocieran que fue su insistencia la que hizo que entraran en razón y que finalmente, aceptaran de su hermano el cobijo en un refugio lo suficientemente sólido para asegurarles su tranquilidad y seguridad.
Cuando había aceptado ser parte de las obras de esos autores, puso su mejor esfuerzo por interpretar un papel que fuera convincente, que transmitiera las emociones que le pedían y estaba seguro de que había hecho un gran trabajo. Sabía que su rol había sido bien interpretado, pero jamás se imaginó que lo que era un sueño terminaría siendo su condena.
Pensó que como todo gran personaje, su grandeza dependería de las múltiples dimensiones. Soñaba con que su rol en la historia tuviera luces y sombras, noche y día, bien y mal. Como la vida misma, que necesita de una y de otra para mantener el equilibrio.
Pero no pudo encontrar nada de eso. Lo único que halló, fue ser el arquetipo del malo.
Con rabia, cerró el último libro y por su mente corrió la idea de prenderle fuego a esas estanterías interminables, repletas de volúmnes y volúmenes. Acabar con todas ellas y con todas las historias que contenían, esa sería su pequeña venganza. Quizás así, les haría sentir a los autores el mismo dolor que ahora él estaba sintiendo y les daría la razón de ser el personaje en el que lo convirtirieron.
Pero muy en el fondo, sabía que la suerte estaba echada y que aunque no era lo que buscaba, había terminado encontrando una realidad que habían creado para él y de la que no podía escapar por más que quisiera.
Se paró del rincón en el que se había tumbado, derrotado por la pesadez del descubirimiento y con la resignación que dan las verdades construidas por la necesidad de otros, supo que sobre él siempre pesaría un concepto que jamás lo abandonaría y que lo seguiría como su propia sombra.
Así, el lobo conoció a su inseparable compañía: El prejuicio.
Derrotado por el descubrimiento sintió que no valía la pena luchar por nada más, pero quizás todo lo que había leido aún le reservaba una sorpresa más.
Cuando estaba a punto de abandonar la biblioteca y sellar de un portazo su realidad, un pensamiento le dio un aire de consuelo y tranquilidad. A su mente llegó el alivio de saber que no habría cuentos sin un lobo.
Si los demás no habían visto los matices de un personaje con luces y sombras, él, se llevaría el sabor de la mezcla del triunfo y la derrota escritas en el mismo cuento y descubiertas en el mismo libro.